Durante muchos años se llamó “retardo mental” a la capacidad intelectual
significativamente por debajo del promedio. El diagnóstico solía sustentarse en una medición de la inteligencia que se realizaba por medio de las escalas Wechsler, así un puntaje menor a 70 en la Wechsler Intelligence Scale for Children (WISC-V) implicaba un coeficiente intelectual limítrofe.
Esta etiqueta diagnóstica trajo consigo estereotipos y estigmas que ubican a las personas que lo padecen como inferiores en la sociedad, y por lo tanto vistas como incompetentes.
En ese sentido, el coeficiente intelectual se volvió una medida casi única para determinar el valor de la persona.
Hoy en día, el término retraso mental ha quedado en desuso y ha sido reemplazado por discapacidad intelectual”. Ésta es trastorno del neurodesarrollo que considera un perfil cognitivo 2 desviaciones estándar por debajo de la media, así como deficiencias en las habilidades adaptativas, las cuales deben influir en al menos dos habilidades de manera significativa.
En conclusión, contar con una medición del coeficiente intelectual no es suficiente para hablar de discapacidad intelectual. Se deben tomar en cuenta habilidades de comunicación, cuidado personal, habilidades sociales, habilidades académicas, etc.
Neuropsic. Claudia Andrea Chávez Mejía
¿Qué es la discapacidad intelectual?